Diversificar... los huevos en distintas canastas

Diversificar... los huevos en distintas canastas

¿De qué hablamos cuando hablamos de diversificar?

Creo que si decimos “poner los huevos en diferentes canastas” todos nos entienden. Ahora, ¿Cuántas canastas debemos tener? Y, ¿cuántos huevos en cada canasta? Además, ¿dónde deben estar esas canastas? Muchas preguntas.

Por suerte ese trabajo lo hacemos los asesores de inversión. Y yendo concretamente al concepto financiero de diversificación, podemos definirla como la técnica de dividir las inversiones entre activos diferentes para ayudar a minimizar el riesgo.

No se puede saber con antelación quiénes serán los ganadores y los perdedores del mercado. No obstante, la diversificación puede agregar valor a la inversión y ayudar a gestionar mejor el riesgo. ¿Por qué? La diversificación funciona porque los activos que combinamos dentro de un portafolio reaccionan de forma diferente ante un mismo evento económico o geopolítico; mientras algunos activos pueden caer, otros pueden subir o mantenerse, y compensar esa caída en alguna medida.

Los portafolios además deben tener una correcta asignación de activos para cada perfil de inversor. Esto significa que no solo debemos invertir en diferentes clases de activos, sino que, además, debemos mantener proporciones adecuadas de bonos, acciones y productos alternativos (como puede ser los commodities o real estate), según el perfil del cliente sea conservador, moderado o agresivo.

Pero, además, también debemos de diversificar dentro de cada clase de activos; es decir, la porción de renta variable a su vez, debe estar invertida en acciones de varias compañías; lo mismo con la renta fija, debe estar invertida en deuda de diferentes países y empresas. Esto es posible gracias a la evolución que han tenido los instrumentos financieros, que nos permiten invertir pequeñas cantidades de dinero en uno o varios fondos o ETFs que, a su vez, invierten en acciones o bonos de decenas de compañías (o países).

Por lo tanto, podemos enumerar algunos beneficios de la diversificación:

  • Mitigar el riesgo: esta es sin dudas la principal ventaja de la diversificación; invertir en diferentes clases de activos, industrias y geografías puede ayudar a proteger las inversiones contra los vaivenes del mercado.
  • Ayuda a mejorar los retornos de la inversión: invertir en clases de activos, es decir, combinando diferentes proporciones de renta variable (o acciones), renta fija (o bonos), o alternativos puede ayudar a mejorar los retornos de nuestra inversión y reducir la volatilidad.
  • Ayuda a alcanzar las metas de inversión: cuando invertimos en distintos activos, tenemos la tranquilidad de que si una empresa quiebra, no lo perderemos todo. Diversificar nuestras inversiones, nos ayuda a desarrollar una visión global mucho más estratégica y mantenernos en el objetivo que nos planteamos cuando la realizamos.

Como siempre decimos, es importante pensar a largo plazo al momento de invertir, ya que los cambios en la actividad geopolítica y la volatilidad del mercado no vienen con pre aviso y nos pueden descolocar, tanto en nuestras emociones, como en nuestras necesidades financieras. Pero un portafolio diversificado no corre riegos de perderse, aunque si necesita de tiempo para recuperarse.

Entonces, ¿qué tiene que ver el riesgo con la diversificación?

Diversificar las inversiones es una regla fundamental de la gestión del portafolio y desempeña un papel clave para reducir el riesgo. La diversificación no es mezclar indiscriminadamente acciones y bonos en un portafolio, sino que implica buscar aquellas combinaciones óptimas que nos den un retorno esperado deseado para un nivel de riesgo asociado.

Por lo tanto, tenemos que ver la diversificación como un mecanismo de protección; probablemente un portafolio diversificado tenga niveles de retorno inferiores a la performance del mercado de acciones en momentos de fuertes alzas, y eso puede resultar decepcionante; pero frente a las caídas, va a oficiar como un mecanismo de protección y eso es lo que estamos buscando.

Los asesores financieros debemos prepararnos para las caídas en lugar de preocuparnos por cómo evitarlas, ya que esto sería incompatible con invertir. Esto implica tener una visión de largo plazo cuando diseñamos el portafolio, ya que, al elegir las inversiones, tenemos que considerar eventos potenciales que puedan presentarse y la probabilidad de que estos realmente ocurran, así como también el impacto que estos eventos puedan tener en un portafolio.